La Psicoterapia no consiste en visitar a tu psicólogo/a una vez por semana y charlar como si estuvieses tomando café o un te con un amigo/a.
La Psicoterapia consiste en acudir a la sesión una vez por semana o lo que se establezca en compromiso terapéutico entre cliente y terapeuta, con el fin de abrir un camino de aprendizaje y autoconocimiento que facilite a la persona salir del problema en el que se encuentra.
Las soluciones rápidas, suele ser más superficiales e incompletas y a veces del todo erróneas. Es como tener en casa un grifo goteando que no nos deja dormir y en vez de reparar el grifo y ver dónde tiene la avería, le ponemos alrededor una toalla, y en principio, ya deja de sonar cada gota al caer. Esto provoca que llegue un momento en que la toalla está tan empapada de agua que ya no sean gotas lo que caen y suena sino un chorro de agua incesante. Si no quitamos la toalla, el ruido será mayor e incluso el grifo terminará oxidándose y pudriéndose al tener enrollada la toalla sobre el mismo.
El ejemplo anterior, en realidad tiene mucho que ver contigo, con tu situación, con ese problema que no terminas de resolver y cuando pasa el momento crítico, lo minimizas y lo dejas de lado hasta que vuelve a molestar. O quizá te hayas acostumbrado a ese bache en tu camino y ya ni siquiera lo notes, como una piedrecilla en el zapato que al no poder quitarte el zapato para sacarla, pues te acostumbras a ella.
La Psicoterapia, te trae de nuevo a ti mismo/a, a tomar conciencia con lo que realmente te pasa, te limita, te hace sentir mal, o te resta fuerzas y valor para sacar lo mejor de ti y lograr tus metas en la vida.
El término alianza terapéutica fue desarrollándose a lo largo del siglo XX. El propio Freud, en su trabajo de 1912 The Dynamics of Transference, habla de lo primordial de que el analista mantuviera un interés y una actitud comprensiva hacia el paciente para permitir que la parte más saludable de este estableciera una relación positiva con el analista. Freud describió el afecto del paciente hacia el terapeuta como una forma beneficiosa y positiva de transferencia que revestía de autoridad al analista (Freud, 1913). Este aspecto transferencial favorecía la aceptación y la credibilidad de las explicaciones e interpretaciones del terapeuta.
Ser empático, congruente y aceptar incondicionalmente al cliente eran las tres características fundamentales que debía tener el terapeuta según Rogers (1951, 1957) para establecer una relación terapéutica efectiva con el cliente.